martes, 26 de febrero de 2008

Algunas delicatessen de Truffaut


"La Noche Americana gira en torno a la pregunta: "¿Es el cine superior a la vida?", sin darle respuesta porque no la hay, como tampoco la hay para: "¿Son los libros superiores a los films?". Sería lo mismo que preguntar a un niño si prefiere a su padre o a su madre." 
FT ("La Noche Americana"; 1974)
"Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de los libros y el cine"  
FT (Teleciné Nº 160; 1970)
"Yo nunca me aburro. No puedo aburrirme porque leo periódicos, libros, veo la televisión. En mi mesa siempre hau un montón de libros. Por consiguiente, no puedo mostrar gente que se aburre, que no hace nada. Soy muy activo. Soy un activista. El reverso es que no sé divertirme, no sé tomar vacaciones, no sé estar sin hacer nada, no puedo pasar un día sin leer, sin escribir. Por tanto, mis personajes son también así; necesariamente los personajes se parecen a su autor" 
FT (L`express, Nº 883, 20 mayo 1968)
"No me gustan los paisajes, ni las cosas; amo a las gentes, me intereso por las ideas, los sentimientos. Si se me pregunta cuáles son los lugares que más me gustan en mi vida diré que es el campo de "Amanacer" de Murnau o la villa del mismo film, pero yo no citaría ningún otro lugar que realmente haya visitado, pues no he visto nunca nada" 
FT (Teleciné Nº 160, 1970)
"Yo sólo funciono por sensaciones, por cosas ya comprobadas. Es por esto que mis films están llenos de recuerdos de juventud".
FT (Cahiers du Cinema, Nºs 200-201, 1968)

qué-te-pa-re-ce


II Cine Forum Sábado 1 de marzo

La Noche Americana
Pigamlíon: kito

Os paso el comentario de kito de la Noche Americana:

LA NOCHE AMERICANA (F. Truffaut _1973).
(o: “Dígale que hablo inglés, pero que no lo entiendo”).

(Nota: El título original “La nuit Américaine” es una técnica de cine que consiste en rodar de día haciendo parecer que es de noche. La traducción americana del título fue “Day For Night”).

Como Paul Auster en sus libros de protagonistas escritores, Truffaut hace una película del cine desde el cine, con personas y con personajes. Carga toda la realidad del proyecto en un discurso cargado de pasión. O como el propio Ferrand/Truffaut dice, empieza soñando una obra maestra para pasar a ver cómo consigue terminar la película.

En ese juego entre la realidad, la ficción, y las realidades fingidas, se impone con rotundidad la realidad (aunque no deja de ser una realidad ficticia…). Y son los elementos propios del cine los que acentúan esa distinción entre realidad y ficción (“consígame un gato que sepa actuar”), con los avances y retrocesos de los visionados, y las continuas repeticiones de las diferentes escenas.

Es una película que habla sobre un proceso, no sobre el resultado. No entra en valoraciones del ser vs. parecer, ni la ética vs. la estética. Habla del tiempo y no de las consecuencias. Durante el rodaje de la película, como si fuese la vida misma, se van superando las pequeñas contingencias, sin perder de vista el fin último trascendente (“no dejaría una película por un hombre, pero sí a un hombre por una película”). Truffaut, más que mostrarnos cómo se rueda una película, nos da un ejemplo de cómo dirigir un proceso que engloba a mucha gente, con diferentes intereses, y los ordena, valorándolos en su justa medida (dándoles respuesta, o no). Nos enseña que no existe el sueño de los toreros -el toro perfecto- si no que uno mismo es responsable, a través de sus decisiones, de su vida y de su trabajo.

Las cosas que pueda contar no mejoran o desmejoran su proyecto; no se puede acusar a Truffaut de revelar de dónde salen los conejos del sombrero del mago, porque al fin y al cabo las películas son una forma de contar historias, y como dice el director, “se pueden hacer películas con cualquier cosa”.

Esa realidad del cine se mueve entre la “fábrica de sueños” y la pura técnica (ya el título de la película habla sobre las cuestiones técnicas y la simulación al mismo tiempo); en esa dicotomía entre “las películas son más armoniosas que la vida” y “la vida es más importante que el cine”, es donde nos emplaza a posicionarnos.